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022. Historia de la estatua en Madrid de Blas de Lezo

HISTORIA DE LA ESTATUA DE BLAS DE LEZO La estatua del famoso marino, conocido como Mediohombre, de 35.000 kilos de peso, ya luce en la plaza; fue don Juan Carlos el que la inauguró en el año 2014. España salda una deuda con el olvidado héroe de Cartagena de Indias Rodeado de agua –no podía ser de otro modo–, en uno de los días más lluviosos del otoño madrileño, la estatua del almirante Blas de Lezo llegó a la plaza de Colón, donde quedó instalada y donde fue inaugurada oficialmente con la presencia del Rey Don Juan Carlos. fue el fin de un largo camino que fue igualmente posible por el tesón y la voluntad de Íñigo Paredes y todos los miembros de la Asociación Pro-Monumento a Blas de Lezo, la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, la implicación de la Armada y la generosidad de tantos donantes que contribuyeron a la suscripción popular con la que se erigió la estatua. Desde hacía semanas, estaba ya preparado el anclaje del grandioso monumento, de 7 metros de altura y 35.000 kilos de peso, erigido en bronce y sobre un pedestal de granito de Quintana de la Serena. Pero fue en el año 2014 cuando las inmensas piezas permitieron, en unas horas, completar este puzzle de historia y sentimientos. Granito gris y bronce El monumento al marino conocido por sus contemporáneos como Mediohombre –no por su falta de valor, que demostró sobradamente, sino por sus múltiples heridas de guerra– se colocó en la plaza de Colón, mirando a la gran bandera de España que ondea en el lugar, y muy cerca del ancla que tan solo hacía dos meses se inauguró en recuerdo del ingeniero naval, Jorge Juan. Las diferentes piedras de granito gris de Quintana que dan forma a su pedestal fueron trasladadas hasta el lugar en camiones, y desde allí mediante una grúa y varios tirantes se desplazaron hasta el sitio preciso en que debían ser colocadas. Una tarea delicada y compleja: la menor de las piedras desplazada pesaba 4.000 kilos, y todo el conjunto, 25.000, sin contar la estatua. Para colocar cada uno de los elementos, varios operarios utilizaban unas finas barras de hierro, media docena de cuñas de madera y una gran pericia. Y así fueron instalando cada parte, una sobre otra, con la parsimonia de los trabajos importantes, sin un error. El granito fue trabajado a mano, moldura a moldura, durante semanas: «No menos de un mes desde que salió del bloque de cantera», explicaron los responsables del trabajo, que llamaban la atención sobre la belleza de cada una de las piezas. El escultor, vigilante El escultor del monumento, Salvador Amaya, asistió a la colocación sin perderse un detalle, igual que Íñigo Paredes, presidente de la Asociación Pro-Monumento a Blas de Lezo. El artista empleó 1.700 kilos de arcilla para darle forma a esta réplica del almirante que venció al terrible Wdward Vernon con seis barcos frente a los 195 navíos británicos, en la Batalla de Cartagena de Indias (1741). Una vez «extraída» la figura del bloque de arcilla, mediante moldes fue transformada en estatua de bronce. En el monumento, Blas de Lezo aparece como las distintas acciones bélicas le dejaron: tuerto de un ojo, impedido de un brazo y cojo de una pierna por una esquirla, un balazo de mosquete y una bala de cañón. Con un uniforme de la época en que se cuidó hasta el más mínimo detalle. Las comisarias de la exposición «Blas de Lezo, el valor de mediohombre» ayudaron al escultor en esta tarea, ya que no se conservan uniformes de teniente general del siglo XVIII, aunque sí patrones, con los que el artista trabajó. Suscripción popular El marino, con el gesto serio de quien se ha enfrentado a menudo a la soledad del mar y a la lucha contra hombres y elementos, participará de las vistas de los Jardines del Descubrimiento, mirando a la gran bandera hecha con tela de vela de barco que ondea en el centro de la plaza, y muy cerca del otro almirante, Cristóbal Colón. En su pedestal, una inscripción recuerda su nombre, cargo y hechos principales, y también que el monumento se levanta por suscripción popular, por la generosidad de muchos españoles, particulares y empresas, civiles y militares, convencidos de la necesidad de hacer un homenaje a una figura que en cualquier otro país sería hace muchos años un héroe nacional, y aquí apenas ha dejado de ser un desconocido. A pesar de la lluvia, al ser la plaza de Colón un lugar muy transitado, fueron muchos los madrileños que se acercaron a preguntar por el monumento, por la hora de la inauguración, o dieron sus primeras impresiones sobre la escultura. «El Mediohombre» y su estrategia consiguió derrotar al almirante inglés Edward Vernon, que tan seguro estaba de su victoria sobre los españoles que incluso acuñó monedas conmemorativas antes de lograrla. Apius Claudius Caecus...

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